(Luego de gritar nuestra llegada, y ser libres por última vez, a nuestro alrededor otros humanos observan sonrientes haciéndonos saber que somos semejantes y, que por eso lo somos. Siempre buscando signos, queriendo creer en la suerte o en un destino, a una mayoría le parece todo sencillo. Pero vos, ¿Mirás en el cielo? ¿De verdad creés en otra luz aparte de ésta?
Inútil, por no poder curar ningún tipo de hambre ni dictadura, guerra, o maldad que le usurpa a otro esa vida que ya quiero que me quiten a mí Perder a cada uno de los seres una y otra vez... Sin querer adueñarme de la tristeza, sé que nadie está más desconsolado que yo.
Profundo en este hueco que estoy haciendo pregunto si hay respuestas. En algún momento es tiempo, de dejar de detener todo eso que paraste, de construir el hueco por donde conducirás tu vida. Pero, ¿¿Por qué caímos en este espacio??
Siempre creo que dejaré de morir, pero vuelvo a aparecer. Varios siglos pasaron, varios fueron mis engaños. Conocí a alguien que creí duraría más que la vida misma, también palideció y tuvo el don de respirar por última vez. Es lo único que no me falló, que no viví.
¿Por qué después de tanto tiempo todavía el suelo debajo me cita pero no me estrangula? ¿Dónde está la Muerte?
Suenan campanas, imploro que por lo menos tu sangre perdure fresca en este instante en el que la roja soledad querrá eternizar mi amargura otra vez)

Sé feliz
por mi
yo no puedo
y no es que no quiero
solo no puedo

Vi su ropaje negro
su arma afilada
en mi sueño no moría
la criatura escarlata
erró al atacar

Es mi pozo de oscuridad
cerca del abismo
no caigas, no caigas
no te bajes

Soltame, el puente es muy débil para dos.

El viento enmascara la traición, silenciosamente derriba algunas casas
perdidos en la acción
árboles que se desvisten rápidamente -hojas color otoño perdiéndose en un soplido del más persistente rugir-


Una rosa se enrosca en otra flor más pequeña, parece abrazarla como si ahora se consumiera la última llama que ilumina los días

La rosa abrió sus pétalos y bruscamente acorraló a la flor
forjó juegos de artificio desesperados
parecían solo caricias pero

(en el rugir del viento, entre las hojas se escuchó
un gemir
una voz
que venía más allá de los tiempos, que parecía clamar...)

domándola
eran acompasados y profundos
la debilitó
logró que se introdujera y
absorbiera su última sed.


Esta vez la lluvia procuró dar de beber a cada espacio de la Tierra y apagó el último fuego.

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